Hay días en los que el cuerpo te grita. No susurra. Grita. Y no con un susurro místico estilo “escucha tu interior”, sino con un “¡crack!” en la espalda que te deja mirando al techo como si buscaras a Dios o al fisioterapeuta. Ese fue el día que el lumbago intentó llevarme de vuelta al sofá. Spoiler: CASI lo consigue. Pero, ¿cómo seguir haciendo ejercicio con lumbago? ¡Te cuento mi experiencia!
🌀 Crónica de un dolor anunciado
Todo iba bien. Levantamiento de mancuernas improvisadas (botellas de agua, claro), sentadillas con la dignidad justa y bailes ridículos en mitad del salón que contaban como cardio.
Hasta que un día, al agacharme a recoger un calcetín rebelde…
¡PUM!
Mi espalda gritó: “¡Hasta aquí hemos llegado, campeona!”
¿Sabes ese momento en el que te quedas congelado, sin saber si gritar, reír o fingir que estás haciendo yoga del dolor? Ese fui yo. Y así, con lumbago nuevo de paquete, me vi enfrentada al peor enemigo de cualquier mortal en proceso de vida saludable: la tentación de rendirse.
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☕ El sofá: ese amante tóxico
Ahí estaba él.
Cómodo. Mullidito. Seductor.
Con su manta y sus cojines diciéndome:
— “Vamos, vuelve. Aquí no hay agujetas. Ni estiramientos. Solo series, snacks y una postura extraña que hará que tu espalda nunca se recupere del todo”.
Lo pensé. Lo valoré. Casi lo hice.
Pero entonces recordé algo: yo no empecé esto para ser perfecta, lo empecé para estar mejor.
Y por mucho que doliera la espalda, dolía más la idea de tirar por la borda todo lo que ya había conseguido.
🏋️♀️ ¿Cómo seguir haciendo ejercicio con un lumbago?
Aquí es donde llegó mi iluminación (más por el ibuprofeno que por otra cosa, no te voy a mentir):
“Muévete, pero con cabeza.”
Busqué ejercicios suaves, estiramientos de abuelita en Youtube, y me armé de cojines, manta y paciencia.
No hice burpees, ni saltos, ni intenté tocarme los pies (ni de broma). Pero sí hice algo importante:
No me rendí.
🌀 Yoga suave
🌀 Respiración profunda (a veces de dolor, pero cuenta)
🌀 Caminar despacito por casa
🌀 Calor en la espalda y calor en el corazón
Y sobre todo: no volver al sofá por pereza, sino solo para descansar con orgullo.
💪 El verdadero progreso no siempre se nota en los abdominales
Ese día aprendí algo muy importante (además de que agacharse sin doblar las rodillas es una mala idea):
El progreso no siempre se mide en kilos bajados o repeticiones subidas.
A veces, se mide en decisiones pequeñas:
👉 Como elegir moverse un poco aunque duela
👉 Como no rendirse aunque tengas una excusa perfecta
👉 Como decirle al sofá “gracias, pero no gracias”
Porque la vida saludable no va de ser indestructible.
Va de cómo seguir haciendo ejercicio con un lumbago, aunque el cuerpo lo sientas como un auténtico cartón.
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🧡 Lo importante es no retroceder del todo
Hoy ya estoy mejor.
Sigo haciendo ejercicio (más consciente), sigo estirando (más lento) y sigo bailando en el salón (con un poco más de miedo al calcetín asesino).
Pero sigo.
Y eso, en mi libro, es una victoria épica
¿También tuviste un momento de “me rindo” con excusa médica? ¿Tu sofá también tiene voz propia? 😅
¡Nos leemos en comentarios!
Y recuerda: no se trata de no caerse, sino de levantarse (aunque sea con ayuda del borde del sofá).