Reto: 30 días sin azúcar añadido (spoiler:no morí, pero casi)

Mel
By Mel
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Todo empezó con una frase: “Voy a intentar estar sin azúcar añadido por 30 días”. Así, como si fuera fácil. Como si estuviera diciendo “Voy a ordenar el cajón de los calcetines” y no “Voy a enfrentarme al ingrediente que está en el 87% de las cosas que me gustan”.

Spoiler: el azúcar está en TODO.
Desde el pan de molde “integral” hasta esa salsa aparentemente inofensiva del arroz tres delicias. Y claro, yo no quería dejar el azúcar natural de la fruta (porque eso sería entrar en territorio oscuro), sino el azúcar añadido, ese que se cuela en lo que menos esperas. Ese que no has invitado, pero aparece.

🤯 Capítulo 1: Semana 1 – El síndrome de abstinencia de la galleta

Los tres primeros días me sentía como una heroína… de manual de autoayuda.

✔️ Me preparaba mis desayunos sin galletas,
✔️ Leía etiquetas como si fueran thrillers psicológicos,
✔️ Y miraba al pasillo de bollería en el súper como si fuera Mordor.

Pero al cuarto día… se vino lo chungo.
Mi cuerpo empezó a pedirme azúcar con una sutileza increíble:
—“Eh, Mel, ¿y si comemos una tableta entera de chocolate solo por… salud mental?”
—“Mel, no es azúcar si lo mascamos rápido.”
—“Mel, no eres tú sin tu trozo de bizcocho…”

Los antojos eran reales. Los delirios, también. Soñé con una fuente de natillas. Con unas tortitas susurrándome “ven”.

Post recomendado: Ser saludable no es ser perfecta: el día que dejé la culpa y abracé el jamón serrano

🧠 Capítulo 2: Semana 2 – Etapa filosófica existencial (y algo borde)

Ya sin el subidón azucarado de las meriendas, me descubrí en modo «monje zen con hambre».
Tenía más energía (eso sí), pero también estaba algo… intensa.
Discutí con mi tostadora porque no tuesta igual los panes sin azúcar.
Me planteé si la avena era mi amiga o mi castigo.
Y me sorprendí mirando recetas de bizcochos veganos como si fueran películas prohibidas.

La buena noticia: el cuerpo empieza a adaptarse sin azúcar añadido.
✔️ Dormía mejor.
✔️ Se me fue el antojo loco.
✔️ Y empecé a notar que el sabor de la fruta, ahora sí, era dulce de verdad.
Una manzana sabía a golosina de la infancia. Una mandarina, a milagro.

🍎 Capítulo 3: Semana 3 – ¡Plot twist! Me volví esa persona que come dátiles y sobrevive sin azúcar añadido

Lo peor ya había pasado. Y lo más loco es que no me morí. Empecé a buscar dulzor natural sin sentirme una traidora al placer. Probé dátiles, higos, plátano congelado en batidos… ¡y lo disfruté!

Incluso empecé a hacer cosas que suenan muy Pinterest, como “galletas de avena sin azúcar” y “brownies de boniato” (no lo juzgues hasta probarlo).

¿Sigo soñando con donuts rellenos? A veces.
¿Me lancé sobre un donut en una pastelería? Solo la miré intensamente. Gané.

💪 Capítulo 4: Semana 4 – El poder de decir “no, gracias” (y sentirme una diosa)

En la última semana, no solo no echaba tanto de menos el azúcar…
Empecé a notar beneficios reales:

  • Menos hinchazón
  • Energía más estable
  • Cero bajones de azúcar asesinos
  • Mejores digestiones
  • Piel más luminosa (aunque eso puede haber sido la alegría de sobrevivir)

Y lo mejor:
✔️ Me demostré que podía tener autocontrol sin vivir amargada
✔️ Aprendí a identificar el azúcar oculto
✔️ Volví a comer por gusto, no por ansiedad

🎉 Final de temporada: ¿Y ahora qué?

Después de 30 días sin azúcar añadido… volví a comer un trozo de tarta. ¿Y sabes qué? Me supo fuerte. Dulcísimo. A cucharada de jarabe. Y ahí supe que mi paladar había cambiado.
Ya no necesitaba que todo supiera a golosina. Con un poco me bastaba. Y, sobre todo, ya no tenía ese enganche de “si no hay azúcar, me falta algo”.

Estar sin azúcar añadido no es sufrir eternamente ni vivir a base de apio.
Es redescubrir los sabores, soltar las prisas, mirar las etiquetas como si fueras Sherlock Holmes y aprender que el equilibrio no lleva envoltorio rosa.

Si estás pensando en intentarlo… hazlo. Te prometo que no mueres (solo casi). Y cuando veas que puedes sobrevivir a 30 días sin azúcar añadido, también verás que puedes con lo que sea. Hasta con los lunes. Y eso ya es decir mucho.

Cuéntamelo en comentarios:
¿Has probado vivir sin azúcar añadido? ¿Lo tienes pendiente? ¿Te tienta pero te da pánico dejar el cacao soluble?

Lo importante no es ser perfecta, sino intentarlo con humor, con ganas… y con muchas mandarinas. 🍊

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