El día que le pillé el gusto a beber más agua y no me volví una planta

Mel
By Mel
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Durante años pensé que beber más agua era una conspiración de la gente fit para hacernos sufrir. “Bebe dos litros al día”, decían.

Y yo respondía con un refresco de cola en una mano y una excusa creativa en la otra.

Spoiler: no me deshidraté, pero estaba más seca que conversación de ascensor

El drama de beber más agua (y no morirse de aburrimiento)

Beber agua sin gas, sin azúcar, sin cafeína… era como ver una peli sin trama. ¿Para qué?
Además, ¿por qué elegir el líquido insípido cuando existían los refrescos con burbujas, sabor a unicornio y la capacidad de enganchar más que una telenovela turca?

Pero claro, mi cuerpo no opinaba lo mismo.
Cada vez que subía una escalera, sentía que mis órganos me decían:
—“Oye, amiga, ¿y si nos hidratas antes de convertirnos en pasas?”

La revelación (o cómo no convertirme en cactus)

Todo cambió un día caluroso. Mucho. Tanto que hasta las sombras pedían sombra.
Me bebí un vaso de agua porque no había nada más. Y ahí ocurrió.

¡Milagro! Estaba fresquita. Era rica. Mi cuerpo hizo un pequeño aplauso interior.
Luego me bebí otro. Y otro. Y así fue como le pillé gusto al agua.

¿Me convertí en planta? No.
¿Me crecieron raíces? Tampoco.
Pero, honestamente, empecé a sentirme menos zombi y más humano funcional.

Post recomendado: «Adiós burbujitas»: cómo dejé los refrescos sin llorar (mucho)

Trucos para beber más agua sin llorar

Porque sí, al principio cuesta. Así que te dejo mis tips de hidratación sin drama:

🥤 Usa una botella bonita. Si puede parecer una reliquia del gym, mejor.
🍋 Échale rodajas de limón, pepino o lo que encuentres en la nevera (menos chorizo, eso no).
📱 Pon una alarma cada hora. El agua no se va a beber sola, colega.
🚿 Compite contigo mismo: “¿Hoy llego a los 2 litros o me rindo en los 800 ml como ayer?”

Beneficios que ni te cuento (pero te cuento igual)

Desde que bebo más agua, he notado:

✅ Menos dolores de cabeza.
✅ Más energía.
✅ La piel menos triste.
✅ Y lo más fuerte: ya no me despierto con sed de desierto a las 3 a.m.

Beber más agua no me hizo mágica, pero sí un poco menos desastre.

Beber agua no es lo más emocionante del mundo, lo sé. Pero tampoco lo es pagar impuestos y ahí estamos, cumpliendo.
Así que si yo, ex-adicta a los refrescos, pude cambiar el gas por el H2O, tú también puedes.

¡Vamos, que el agua no muerde! (Y si muerde, es que era hielo y te lo mereces por ansias).

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